domingo, 14 de abril de 2013

Contra los toros. Ni arte ni cultura

Escribo un blog de cultura, pretendo hablar de cultura, quiero promover la cultura. Por eso me parece imprescindible luchar contra la incultura y hoy lo hago denunciando una práctica no sólo inculta, sino además violenta. 

Me gustaría transmitirlo muy claro: El espectáculo de los toros es una  apología de la violencia, de la falta de ética y de la incultura. El problema se agrava cuando además sus defensores quieren asociarlos a la cultura.

El espectáculo del toreo consiste más o menos en lo siguiente.

Se sueltan de uno en uno a varios toros en un recinto cerrado pero lo suficientemente amplio como para que el toro de pueda mover.  A menudo es de forma circular y se llama plaza de toros.  Aparecen personas, que burlan al toro y se ponen cerca de él de forma bravucona para presumir de supuesta valentía. Otros menos valientes aparecen a caballo y le clavan pinchos.  A pie también le clavan pinchos.  Estas personas se llaman toreros, banderilleros y rejoneadores según la salvajada que tienen asignada. Finalmente, después de varias torturas, matan al toro clavándole una espada. La gente aplaude por ello y por otras chulerías como por ejemplo poner un trapo rojo para que el toro intente ir con el trapo en vez de contra el torero.

No entiendo que ponerse delante de un toro sea presumir de valentía, más bien de estúpido.  Es la misma valentía de la ruleta rusa.  Lo que aporta al espectáculo es el morbo de que el toro te puede matar. Supongo que habrá gente que le gustará ver a gente dando saltos al lado de un precipicio por si se cae y se mata. Cosa absurda.

Alguien dirá que mi descripción del espectáculo es parcial.  Pero me temo que ese alguien la quiera sustituir por otra descripción peregrina. Defiendo lo que acabo de narrar como más certero.


Por cierto, si buscas encontrarás definiciones aún más negativa que la mía. Me quedo con una a modo de ejemplo:
Las corridas de toros son un espectáculo bochornoso en tres actos, de unos veinte minutos de duración, que escenifica la falsa superioridad y la fascinación enfermiza con la sangre y la carne de la que se alimentan, contra toda lógica ética y dietética, quienes creen tener un derecho divino a disponer a su antojo de la vida de otros seres sensibles, llegando incluso a justificar y trivializar la muerte del toro como arte y diversión; un comportamiento patológico que nace de una incapacidad para afrontar el dolor de las víctimas y una morbosidad irrefrenable ante la posibilidad de ser testigo directo de alguna cornada, o de la muerte del matador; un riesgo fortuito, infrecuente (un torero por cada 40.000 toros sacrificados), y sobre todo evitable que, sin embargo, incrementa el carácter macabro de la corrida.
(fuente: http://www.ivu.org/ave/corridas.html)

Parece extraño el interés de mucha gente del toreo por situarse dentro de la cultura. Tengo la sensación de a algunos de ellos la cultura les sienta peor que una gripe.  Pero el éxito de esa estrategia  es que va dirigido a incultos.  Es fácil engañar sobre cultura al ignorante.  Igual se pueden tragar que la Alhambra está en Sevilla. Por otra parte hace disminuir el remordimiento de falta de cultura. Viene a ser como pagar todos los meses el gimnasio y no ir nunca. Vas a los toros y presumes de culto.

Quiero desmontar el argumento a favor de los toros consistente en citar a Picasso, Hemingway y otros supuestos aficionados a los toros.  También se los podría citar contra Internet. Ni Picasso ni Hemingway usaban el email (¿lo dudas?). Ya puestos podían citar a Galileo para decir que la única opción para tu hija si no se quiere casar es meterla a monje.  Eso hizo Galileo con sus hijas, eso sí en pleno siglo XVII.  Nadie es perfecto.  Es imposible sustraerte de tu época. Además me sé de intelectuales borrachos, homófobos, machistas, etcétera.

Analizando más a fondo el argumento anterior te darás cuenta de que si miramos quien defiende los toros no verás muchos aspirantes a Picasso.  No he hecho ningún estudio profundo al respecto, pero después de preguntar a más de doscientas personas, he contabilizado a cinco a favor en el mundo de la cultura.  Salvo unas pocas excepciones, los conocidos que tengo que defienden el mundo de los toros, son unos cuantos borrachos, unas niñas jóvenes pijas y algunos bravucones que apenas recuerdan en que consiste el leer.  Poco más.  Aplicando el criterio de crítica literaria que defendía C.S. Lewis, que estudiaba los lectores, tengo la sensación de que el espectáculo en la actualidad deja claro su nivel anticultural

Por último hay quien habla de arte y comparan el toreo con una pintura. Cómo si el arte del Guernica no estuviera en los pinceles de Picasso sino en los aviones fascistas que tiraban las bombas.  Una acción violenta, ejecutar una tortura a una persona o un animal es censurable y no es justificable que se haga de una forma que se quiera llamar artística. No hay violaciones artísticas, no hay robos artísticos, no hay asesinatos artísticos.  Eso son delitos y no arte.